Observando este grafico de las “capas de la piel”, nos damos cuenta de que conta de tres capas, la Epidermis que es la más superficial y delgada, la Dermis y la Hipodermis.
La EPIDERMIS es la capa más superficial de la piel. Su grosor varía desde un mínimo de 0.1mm en las áreas más delgadas a un máximo de 1.5mm aproximadamente en las áreas más gruesas. Esta capa se regenera rápidamente, por lo tanto, si implantamos color ahí, el color desaparecerá en tan solo 7 a 28 días.
La segunda capa de la piel es la DERMIS, que está por debajo de la epidermis y están conectadas por la membraba basal, que es donde depositaremos el pigmento tanto en tatuaje corporal como en el maquillaje permanente.
La dermis es de 20 a 30 veces más gruesa que la epidermis. Aquí encontramos los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y sudoríparas, así como las celular y estructuras nerviosas que se encargan de sentir la presión, el calor, el frio, dolor, cosquilleo, etc. En esta capa se contiene el colágeno y la elastina. Esta capa es la que nutre a la epidermis.
Cuando trabajamos con PMU vamos a implantar el pigmento entre la epidermis y la dermis, es decir, donde se unen y se encuentras las dos capas, que es la parte más profunda de la epidermis y la más superficial de la dermis: la membrana basal.
Cuando se realiza un tatuaje corporal el pigmento o tinta se puede implantar igual en el límite de estas dos capas o ligeramente más profundo hacia la dermis, dependiendo del tipo y estilo de tatuaje. Cuando en el maquillaje permanente vamos un poco más profundo es cuando el color queda de manera permanente y luce poco natural, como es en el caso de técnicas obsoletas como las cejas compactas.
¿Pero cómo saber que estamos implantando el pigmento en esta capa?
Para saber si estamos trabajando a la profundidad correcta, debemos siempre:
- Monitorear la vibración de la piel con la mano que no sostiene la máquina, es decir, con la mano que estira la piel. La vibración no debe ser muy alta.
- Cuidar que no haya sangrado y menos aún de manera excesiva.
- Observar que el color quede cálido (marrón) en la piel y no frio (gris) tanto recién hecho como sanado.
El sangrado debe ser moderado todo el tiempo y nunca deben escurrir gotas de sangre por los costados. Deberán apreciarse únicamente pequeños puntos rojos diluidos con un tipo de “sudor” en la superficie. Este tipo de sufor es liquido linfático, pero puede incluso no haber sangrado durante el procedimiento. Generalmente es más visible el líquido linfático. Hacia el final del tratamiento, una cantidad mínima de sangre pudiera ser visible.
Si el sangrado es excesivo o aparece mucho líquido linfático, utiliza cartucho 3RL o de mayor numero de agujas y cuida de ejercer menos precios sobre la piel con las agujas, es decir, trabaja aún más superficialmente.